viernes, 10 de junio de 2011

Sere Feliz Cuando....


Durante el último par de semanas nuestra ya golpeada economía he empeorado más allá de lo que cualquiera de los “expertos” pudiera haber predicho.  Estamos en el proceso de presenciar, según Warren Buffet, el “Pearl Harbor” del mundo financiero.

..Aunque esto ha sido devastador para todos también ha sido una experiencia que infunde humildad a nuestra nación, una que nos ha hecho darnos cuenta de que nos somos invencibles en lo que respecta a los problemas fundamentales de nuestro país

Ha sido una llamada de advertencia y una lección aprendida, pero mi temor es que muchos de nosotros estamos procesando esta situación adversa en la luz equivocada. 

Hemos visto nuestras cuentas bancarias, fondos de jubilación, carteras financieras y todo tipo de inversión perder valor significativamente, pero lo que les pido considerar es que aunque nuestro valor neto ha estado declinando, ¿tendrá esto un efecto permanente sobre nuestro auto-valía?  ¿Cuál es nuestra identidad y por qué nos hemos convertido en una nación cuya identidad está puramente alineada a sus finanzas?

Creo que la clave para enfrentar estas desafortunadas circunstancias es realmente pensar en nuestra definición del “éxito”.  En el pasado, este término ha sido asociado con riqueza, posesiones y lujos.

La gente queda embobada ante el exceso de riqueza y añora vivir aunque sea un solo día de esa manera.

Aunque el viejo adagio de que “el dinero no compra la felicidad” es una expresión conocida a casi toda persona en el mundo, estas palabras se han convertido en un bien cuyo valor ha disminuido.  El himno nacional de nuestro país se ha convertido desafortunadamente en “Seré feliz cuando haga un millón de dólares, adquiera un Mercedes, compre una mansión, posea un par de pantalones de marca, tome una vacación, etc.”.

Constantemente basamos nuestra satisfacción en lo externo, cuando poseemos todas las herramientas en nuestra alma para apreciar quiénes somos.  ¿Cuándo nos daremos cuenta que no es lo que no tenemos lo que nos hace infelices, sino más bien lo que ya hemos alcanzado lo que debiera traernos gozo a la vida?  El punto que intento hacer es que nadie ha escapado a esta debacle financiera, pero cuando tomamos tiempo para evaluarnos a nosotros mismos, nos damos cuenta de que lo único que cambió fue nuestras cuentas bancarias.  Confío en que todavía tenemos nuestra salud, nuestra familia y, aún más importante, a nosotros mismos.

La riqueza puede perderse en un momento como hemos visto por nuestra falta de control en la actual declinación económica, pero estamos en control de nuestra auto-valía y bienestar y podemos crear una vida increíble si así lo escogemos.  Este resultado, a diferencia de una fluctuante economía, está en nuestras manos.

En lugar de enfocarnos en cuándo tocaremos el fondo del mercado de valores, nos desafío a todos nosotros a enfocar nuestras energías en maneras de alcanzar el pináculo de nuestra cúspide personal.  Todo depende de la manera cómo lo veamos y si permitimos a nuestras circunstancias crear nuestra identidad ó si permitimos a nuestra identidad crear nuestras circunstancias.

Tengo mi propia definición de éxito, pero antes de revelársela a todos, creo que es importante que nos demos cuenta de que soy impulsado a alcanzar cierto estatus monetario que me permita proyectar mi mensaje por el mundo, pero esta motivación monetaria jamás consumirá mi alma ni manchará mi identidad.  Siempre me enfocaré en quién soy en contraste con quién no soy y por consiguiente mi definición se ve así:

El éxito se mide al perseguir nuestra misión única en este mundo con un deseo ardiente de hacer la diferencia y dejar un legado para enorgullecernos de quiénes somos y de lo que cuenta para nosotros.

Charles F. Bunning lo planteó de esta manera: “Si todo el oro del mundo fuese fundido en un cubo sólido, tendría el tamaño de una casa de ocho habitaciones.  Si un hombre tomase posesión de todo ese oro –valorado en miles de millones de dólares– él no podría comprar un amigo, la paz mental, una clara conciencia ó un sentido de eternidad”.

Así que comprendo que este mensaje pudiera no ser bien recibido ya que la mayoría de los lectores habrán experimentado efectos adversos increíbles como resultado de una economía deteriorada, pero creo que este mensaje posee una cantidad sustancial de valía si es leído y releído para hacerlo nuestro.  También me doy cuenta de que algunos de mis lectores puedan no sentir las repercusiones de las condiciones presentes porque son jóvenes, ricos, o por una variedad de otras razones, pero lo que sí sé es que habremos experimentado nuestro nuevo himno nacional, “Seré feliz cuando…”.  Por lo tanto, independientemente de cómo interpretemos este mensaje, deseo que nos demos cuenta de que todo lo que necesitamos en la vida nos mira de frente en el espejo cada día.

Todas las riquezas del mundo nunca nos podrán proveer la habilidad para mantener la felicidad incondicional porque eso viene de dentro.

Mi desafío a todos mis lectores es tomar un tiempo cada día y recordarnos que el mundo a nuestro alrededor podrá estar deshaciéndose, pero el mundo dentro de nosotros tan solo comienza a tomar forma.  Como siempre, creo en todos ustedes y estaré junto a ustedes mientras conquistamos estos tiempos tumultuosos.

El pensamiento de hoy nos recuerda que el momento de vivir la vida a plenitud es hoy y ahora… que cualquier excusa que utilicemos ó seamos animados a utilizar en base a cosas que nos faltan acabarán por robarnos lo que en realidad buscamos: una vida llena de satisfacción.  Y es que son muchos los que se lanzan en pos de las condiciones “perfectas” antes de poder anhelar disfrutar de la vida… sólo para darse cuenta que esas condiciones nunca se darán en realidad.  Cuando logremos “acorralar” alguna de esas condiciones, descubriremos que nos faltan otras y así indefinidamente.

La verdad es que ya tenemos a nuestra disposición todo lo que necesitamos para llevar adelante vidas fructíferas y abundantes… aferrándonos al plan de Dios para nuestras vidas.  Tal vez allí radique el problema: que queramos vivir el “lote en la vida” que Dios preparó para otros.  Vamos, vamos, metámosle ganas a la vida y, siendo agradecidos, vivamos 
intensamente el hoy y ahora para Dios, ¡sabiendo que nuestros mañanas están en las mejores manos del universo!  Adelante y que Dios les continúe bendiciendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario